...Tenía yo por aquel entonces poco más de dos años y medio, y me acuerdo con absoluta claridad de ir por el pasillo y entrar en la clase de la mano de mis padres. Ellos se pusieron a hablar con la profesora y me sentaron al lado de un niño que hoy en día sigue siendo mi amigo y está en mi curso, Álvaro Gracia. Poco más tarde llegó otro niño, (un poco feo todo hay que decirlo) se trataba de guitard, que de pequeños siempre fuimos grandes amigos y ahora está en mi clase.
Es que hay ciertas cosas que no se olvidan: como aprender a hacer el 8, la primera vacuna, el día que te revelan el secreto de los reyes (sí, son los padres), el primer día en el colegio, la imposibilidad de cortar bien con las tijeras por ser zurdo...
De todas maneras a mi me parece increíble, que pueda recordar estas cosas y sin embargo muchas veces no pueda recordar que serie de televisión estaba viendo hace cinco segundos. Por ejemplo me acuerdo perfectamente de los macarrones de la guardería (olor, sabor, textura...), pero sinceramente no me acuerdo que comí ayer. En otras ocasiones me pasa que algún domingo me paso pensando media hora intentando recordar que hice el viernes etc etc...
Estuve pensando para poder dar una explicación lógica a este suceso. Se me ocurrió que podría ser por tanta tecnología que nos tiene abstraídos en más de un momento del día...
...Pero llegué a otra conclusión diferente:
Yo sostengo que cuanto más mayor eres más responsabilidades tienes, y estás más ocupado. Esto hace que prestes menos atención (o que directamente no la prestes) a cosas que no tienen tanta importancia en comparación a las responsabilidades que vas adquiriendo.
Me explico: de pequeño tus preocupaciones son aprender a hacer el 8, hacer la colección de cromos y el alumno preocupado también tiene en la cabeza las tablas de multiplicar. Sin embargo, de mayor se te llena la cabeza de cosas y sería imposible tener el grado de atención que tienen los niños para ciertas cosas.
Quizás por eso los niños de pequeños son como esponjas porque solo se tienen que dedicar a observar.
Quizás por eso los niños no puedan estar enfadados con un amigo más de cinco minutos, porque no pueden cargar con esa responsabilidad.
Quizás por eso el tiempo pase cada vez más deprisa, porque tenemos menos "tiempo" para parar a fijarnos.
Quizás por eso los niños son inocentemente sinceros, porque solo observan y cuentan.
Así que, aunque parezca increíble, ¡lo que daría yo por una memoria infantil!
Jorge F.